Recuerdos que rasgan el corazón

La vida es ese camino que nadie nos preguntó si queríamos andar o no. Y entre paso y paso, nos convencimos que, después de tanto, seguro del otro lado, hay una retribución.

Entre tropiezos y decisiones, nos rescatamos de la noche, prometiéndonos reinventarnos al amanecer. Con cada viento nos golpea un nuevo miedo, y ajustamos sueños, nos aferramos a ellos, o los dejamos desfallecer.

En el silencio retumban más fuertes los latidos de nuestro guerrero. En los suspiros reclama su hastío y recarga su aínco. ¿Hacia dónde avanzamos realmente, cuando nuestro cuerpo mira al frente, y nuestra mente voltea atrás?

¿Qué tan insipiente se vuelve el destino, cuando nuestro camino no tiene rumbo que planear?

¿Qué tan solitario se vuelve nuestro andar? si cada paso que damos, nos aleja de quienes amamos, de lo que anhelamos, y a pesar de que nos movemos, nuestras huellas no hacen trayectoria qué recordar y se pierden en el tiempo, así, sin más.

En nuestro afán de seguir adelante, nos arrancamos el dolor de la cara y lo guardamos en el alma. Olvidar es una utopía, porque sólo podrías constatar que sigues avanzando si sabes lo que estás dejando atrás.

Olvidar es aprender a vivir con los recuerdos, gracias a ellos y, a pesar de ellos. Entre tanto que la vida se construye con momentos, todos nos hacen sabernos vivos.

Leave a comment

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.